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¿Te vienes a www.lectoraprofeymama.com?

Como ya os anunciaba en estos últimos días, me mudo a un dominio propio. Creo que es un cambio a mejor, y la verdad es que estoy muy ilusionada. A partir de ahora, este blog dejará de actualizarse, así que os ruego que visitéis el nuevo blog y añadáis el rss a vuestros lectores. Así no os perderéis el montón de entradas que tengo ahora mismo en el tintero, a falta de los últimos retoques. ¡Muchas gracias por acompañarme! ¡Nos vemos allí!

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Mi embarazo: semana 23

¡Una semana más! El tiempo pasa volando, y cada día soy más consciente de ello. Estoy muy atareada, pero también llena de energía: me encuentro genial, me veo muy guapa con mi barriguita y estoy disfrutando mucho del día a día. Mi marido tiene unos días libres, y, aunque yo estoy hasta arriba de responsabilidades, los pequeños ratitos que pasamos juntos están siendo estupendos. Paso a contaros las cosas más importantes que han sucedido esta semana…

Imagen tomada de babycenter

 Nuestro bebé: según los libros, la chiquituja debería medir 28,9 centímetros y pesar 501 gramos, pero ella ya superaba un poquitín estas medidas hace dos semanas, en la semana 21. ¡Yo, por si acaso, os sigo poniendo los valores de referencia! A partir de esta semana empiezan a producirse conexiones muy importantes en su cerebro. ¡Ya esta semana entra en fase REM cuando está dormidita! Su piel comienza a ganar un leve pigmento rosadito, aunque aún se pueden ver sus órganos y huesos a través de ella, porque aún los depósitos de grasa apenas se están empezando a formar. ¡Además, una vez finalizada esta semana, tiene un 50 % de posibilidades de supervivencia en caso de parto prematuro! (aunque probablemente con graves problemas, así que vamos a hacer lo posible por que nuestra chiquituja siga muy a gustito aquí dentro una buena temporada).

 Se mueve sin parar, pero con horarios: la chiquituja sigue moviéndose casi todo el día, pero soy consciente de que tiene sus tiempos. Normalmente, suele quedarse parada cuando como (pero un rato después de comer se agita), cuando hay algún sonido extraño alrededor o cuando estoy dando un paseo (pero si en el paseo me paro en la farmacia a hacer una compra, empieza a patalear).

 Picores en la barriga: me echo aceite de almendras después de la ducha e hidratante de avena por las noches, pero alguna tarde he tenido picores en la piel de la barriga. He leído en alguna parte que es normal sentir esto, así que me echo cremita refrescante y no le doy mucha importancia.

 Mareos: estoy muy bien y tengo muchísima energía, pero ya me ha pasado un par de veces que he sobrevalorado mis fuerzas, y al levantarme para subir al despacho me ha dado un mareíllo. En esas ocasiones me he puesto un té (he eliminado por completo la cafeína de mi dieta, así que en contados momento de bajón me permito un té con la mayor tranquilidad, en total me habré tomado 6 o 7 en lo que llevamos de embarazo).

 Continúan los calambres: por suerte no son todas las noches ni mucho menos. Estoy comiendo frutos secos y plátanos, que dicen que son buenos, pero aún así no me libro de uno o dos calambres por semana. Son dolorosísimos, me pillan en mitad del sueño y no puedo evitar exclamar de dolor. Menos mal que mi marido tiene un sueño profundísimo…

Y esto ha sido todo por esta semana, ¡ya os seguiré contando! Aunque será desde otro lugar, no os despistéis mucho que mañana tenemos inauguración del nuevo blog… 😉

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Maquetando… papel y web

No, no estoy de parranda. Ni siquiera durmiendo la resaca de unas oposiciones durísimas que aún no sé si han terminado para mí. Estoy trabajando en dos proyectos: uno laboral y otro personal.

¿El laboral? Me hicieron un encargo de maquetar un libro, y lo he ido posponiendo por culpa de mi examen. Para quien no lo sepa, soy una futura mamá polifacética, y una de las cosas con las que intento ganarme la vida como autónoma es maquetando, lo que en el idioma de los mortales se llama darle a un archivo de Word forma de libro: cómo va a ser la letra, los márgenes, el titulito del capítulo, dónde metemos esta foto… La mayoría de la gente no sabe ni que eso es un trabajo. ¡Sí señores, en las editoriales y en las imprentas hay personas que se ganan su sueldito haciendo eso! Pues bien, aquí me tenéis, peleándome con un librito que creo que va a quedar muy mono (aunque me da pena que el autor no quisiera corregirlo también, que está lleno de errores).

¿Y el proyecto personal? Pues mirad, estoy maquetando… pero esta vez web. Sí, señores, me he liado la manta a la cabeza y he decidido que me encanta wordpress, pero estoy harta de las limitaciones de su versión gratuita y me paso a wordpress autoalojado, con dominio y todo. Ilusa de mí, después de la experiencia de Una Mamá Muy Feliz yo seguía pensando que lo mío iba a ser fácil, al fin y al cabo yo migro desde la misma plataforma… Pues en parte lo ha sido, pero yo me empeño en cambiar un par de detallitos que se me están resistiendo. ¡Y los plugins! Los benditos plugins se han inventado para tortura de las perfeccionistas como yo. Aquí me tenéis, buscando qué botones sociales para compartir las entradas del blog son más monas y más eficaces. Y aún no lo encuentro…

En fin, que ando requeteliada, que esperaba escribir el resumen semanal de esta semana ya en mi nueva morada virtual, pero no las tengo todas conmigo… Seguiremos informando.

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Diario de una mamá opositora

Mamá opositoraHan sido muchos meses alternando el estudio con otras muchas cosas: trabajo, segundo trabajo, clases particulares, casa, embarazo  todos sus momentos especiales… Ha sido también una dura semana, esa en la que por fin cerré las puertas a todo lo demás y me dediqué en exclusiva a estudiar. Cuando estás embarazada, eso de dormir solo seis horas para levantarte a estudiar (menos de cinco el día del examen) es toda una hazaña. Pero tienes que hacerlo y lo haces. Y por fin llegó el examen, y después de él el merecido descanso. No sé cuántas horas de siesta me pegué ayer, pero os aseguro que no me quitaron en absoluto las ganas de dormir por la noche.

Las oposiciones estuvieron cargadas de anécdotas. Lo primero, el acto de presentación (de asistencia obligatoria, o pierdes el derecho a examen). Nos iban llamando por nuestro nombre para que, identificados con nuestro DNI, pasásemos a la sala donde la directora de nuestro tribunal iba a darnos las normas y explicarnos el proceso. Pues bien, cuando llegó mi turno y acudí presurosa con mi DNI, el profesor que estaba pasando lista (al que además admiro un montón, porque es eminente miembro de la blogosfera de profesores 2.0) me miró la barriga y dijo: «He dicho que los opositores pasan sin acompañante». Risas.

El acto de presentación fue bien, el tribunal me gustó, la media de edad de sus miembros es bastante baja (creo que al que menos le faltan quince años para jubilarse y había varias personas muy jóvenes) y la presidenta insistía en que luchásemos hasta el final, que ellos también pasaron por esto y se acuerdan de lo durísimo que es, que van a intentar ser justos, que pensemos que solo aprobar el primer examen supone entrar en la bolsa de trabajo… En general todo muy bien, aunque nunca se sabe. He escuchado de muchos tribunales aparentemente molones que luego han hecho una carnicería.

Y llegó el día del examen. Yo, concentrada y sorprendentemente tranquila (ni una tila he tenido que tomarme en todo el proceso, yo, que soy un manojo de nervios). Estuve repasando hasta el final, mientras decían los nombres de los primeros opositores en entrar al examen. Guardé los apuntes, entré en la sala con mis 3 bolis, mi botella de agua, mi brick de zumo, mis cuatro galletas y mi puñado de caramelos (por suerte, nos permitieron pasar comida para aguantar esas cinco horas y media).

Yo tenía todos los números a mi favor. El número de tribunal es mi número de la suerte, y las estadísticas eran bastante buenas. No sé si sabéis que los opositores somos muy dados a las estadísticas, y con ayuda de programas calculamos las probabilidades que hay, sacando X bolas, de que te caiga un tema que has estudiado… Pues bien, mis estadísticas eran las siguientes: tenía un 52,6 % de posibilidades de que me saliera un tema de los que llevaba requetebién estudiados, un 73,69 % de que me saliera uno que me había estudiado aunque no fuera de los mejores y un 92,83 % de que saliera al menos uno que había resumido y personalizado, aunque no me lo hubiera estudiado, que tirando de memoria e inventiva algo se podría hacer.

Llegó el turno del sorteo de las bolas y pasó lo que tenía que pasar. En este caso, lo que tenía que pasar era malo. Ninguna de las bolas estaba entre mis temas resumidos, es decir, ese 7,17 % fue el que ganó. Es más, fueron todos temas que no había dado en mis cinco años de carrera ni durante mi doctorado. Tirándome de los pelosBueno, en realidad sobre uno de ellos me hablaron durante dos horas de clase en tercero de carrera, allá por el 2001. Horror, terror y pavor. Consideré tirar la toalla, total… Me puse a garabatear en una hoja en sucio los cuatro datitos de cultura general que recordaba sobre el tema (como comprenderéis, totalmente insuficiente, como si para hablar del Quijote solo supiese decir que tiene dos partes y que sus personajes principales son Don Quijote y Sancho) y casi me echo a llorar. Me pongo a mirar los ejercicios de comentario, cuatro a elegir dos, no eran fáciles del todo pero me veía capaz de intentarlo… Así que decidí empezar por ahí y seguir pensando.

En este examen, hay dos partes: la parte A (comentarios) y la parte B (tema). La nota media de los dos debe ser superior a 5 para poder pasar a la siguiente fase, y ninguna de las dos partes puede estar puntuada con menos de 2,5. Pensé, entonces, que si hacía una parte A razonablemente buena y conseguía luchar por un 2,5 en el tema, aún me quedaban esperanzas. Así que peleé. El primer comentario, creo que prácticamente bordado, y el segundo con fallos (carencias mías) pero creo que razonablemente bien. Mientras hacía los comentarios, recordé uno o dos datos más sobre el tema, y luego lo escribí vendiendo muchísimo la moto, tirando de recursos y palabrería, citando manuales y haciendo referencias al potencial docente del tema… Lo hice lo mejor que pude dadas las circunstancias.

Sobre el embarazo y el examen, muy bien. La chiquituja fue muy buena y se estuvo quietecita casi todo el examen, y pude salir dos veces al baño acompañada de una miembro del tribunal muy amable.

Mi sensación al salir… Pues estoy un poco frustrada por la mala suerte (en el tribunal de al lado, cayeron dos de mis temas favoritos y uno que también había resumido), pero muy muy contenta y orgullosa de mí misma. Me propuse pelear y lo hice con todas mis armas. ¿El resultado? Sinceramente no me veo capaz de predecirlo. Depende del tribunal y de la benevolencia con la que quieran mirar mi examen. No sé si llegaré al aprobado. Si lo consigo, supone la entrada en la bolsa de trabajo y el derecho a hacer el segundo examen. Ya solo nos queda esperar… en una semana sabré más. ¡Cruzad los dedos por mí!

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Mi embarazo: semana 22

Estoy atareadísima ahora mismo, ¡que me examino pasado mañana de las oposiciones! Apenas tengo tiempo para respirar (aunque tengo pocas posibilidades, no quiero quedarme con la sensación de que pude haber hecho más), pero no quería dejar de publicar el resumen semanal de cómo he vivido la semana 22 de mi embarazo. Parece que la ley de Murphy funciona, porque esta semana han pasado muchas cosas, pero me limito a haceros un resumen rápido y ya os contaré con detalle en cuanto pueda. ¡Un besazo!

Imagen tomada de babycenter

 Nuestro bebé: según los libros, el feto a estas alturas debería medir unos 28 centímetros y pesar 430 gramos, pero nuestra chiquituja ya medía 29 centímetros la semana pasada y pesaba 500 gramos, e imaginamos que habrá crecido un poquito. Le está creciendo pelo, aunque la pigmentación aún no esta lista y de momento ese pelo es de color blanco. Su piel aún está arrugadita, se irá estirando un poco conforme vaya engordando y acumulando grasa debajo de la piel. Se mueve mucho (doy fe) y su cerebro está comenzando un periodo muy importante de su desarrollo… ¡Y yo creo que no le va mal de momento, porque tengo la sensación de que la chiquituja ha salido espabilada!

 Recobrando la agilidad: sigue costándome mucho subir los dos pisos de casa de un tirón, pero parece que poco a poco me voy acostumbrando a la barriga. Hace poco os comentaba que estaba muy incómoda porque no era capaz de seguir manteniendo mis posturas habituales. Parece que eso ha llegado a su fina, porque me he adaptado y ya sé de qué forma estoy cómoda para sentarme, para relajarme en el sofá, para agacharme a coger algo o incluso para dormir. ¡Qué alivio!

 En constante movimiento: estoy realmente sorprendida, no esperaba que mi niña se moviera tantísimo. La noto constantemente, ¡no para! Es más, últimamente empiezo a darme cuenta de distintos tipos de movimientos, empiezo a conocerla, a adivinar su postura y a predecir lo que va a hacer si yo me muevo de tal forma.

 Movimiento que se ve ¡y se siente!: desde el principio de la semana 22 me di cuenta de que si observaba mi barriga al notar cierto tipo de movimientos se veían una especie de temblores en la piel. ¡Fue alucinante! Además, el pasado miércoles por la noche le pedí a mi marido que pusiese la mano en mi barriga y no la quitase en un buen rato. Como siempre, la chiquituja se quedó quieta al sentir el contacto, pero al cabo de un rato se olvidó y empezó a moverse de nuevo. ¡Su padre alucinaba, dice que lo siente muy suave pero claramente!

 Hipo: como ya os contaba el otro día, creo que por primera vez me di cuenta de un ataque de hipo de mi chiquituja. ¡Fue extraño y precioso a la vez!

 Hinchazón: afortunadamente ha vuelto ese buen tiempo de principios de verano, pero durante unos días vivimos una ola de calor de las que solo se viven en esta ciudad y se me hincharon las piernas y los dedos de las manos.

 Calambres: no sé si es un síntoma relacionado con el embarazo, pero ya me ha pasado tres veces: estoy durmiendo, siento la necesidad de estirarme un poco y volver a descansar y de pronto, ¡plas!, un intensísimo calambre en el gemelo. Dos de esas veces ha sido muy doloroso, así que tendré que consultarlo cuando vuelva a ser dueña de mis días, para evitar que me siga pasando.

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En estos días os tengo abandonados, no os he dicho nada pero me examino de las oposiciones (con pocas esperanzas, la verdad) este domingo.

Aún así, saco un minuto para preguntaros a las mamás: ¿cómo se siente el hipo del bebé? Estoy empezando a conocer mejor sus movimientos, y anoche me sorprendió notar cómo hacía movimientos algo bruscos y de forma rítmica: movimiento, dos segundos de pausa, movimiento… Duró un minuto más o menos, pero fue extraño y no sé si será eso…

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Mi embarazo: semana 21

La semana 21 de nuestro embarazo ha sido muy bonita. Por fin pudimos respirar tranquilos tras nuestra ecografía privada: todo marcha perfecto y nuestro bebé es una niña. Estamos muy contentos y aliviados, aunque un poco enfadados porque seguimos pensando que no hay derecho a que se trate así a unos futuros padres. ¡Pero vamos a centrarnos en lo bueno! ¡Que esta semana ha sido muy especial! 😉

Imagen tomada de babycenter

 Nuestro bebé: parece que de tamaño nuestra chiquituja es más grande de lo normal, así que ya nos hemos perdido con los valores de referencia que aportan los libros. Según ellos, la peque debería medir unos 26,7 centímetros y pesar unos 360 gramos; en realidad mide 29 centímetros y pesa 500 gramos. Hemos podido verla al detalle y eso nos ha dado muchísima tranquilidad, ¡nos pasamos las horas mirando sus fotos! Un detalle curioso es que ya a estas alturas se han formado sus cejas y sus pestañas, el broche de oro para esa carita deliciosa. ¡Estamos deseando comérnosla a besos!

 Aumentando tallas: estoy muy cómoda con la ropa de embarazada. De momento peso solo 2 kilos 200 gramos más que al principio de mi embarazo (antes, 56,7 kilos; ahora, 58,9) y he aumentado una talla de sujetador, aunque esta me está ya muy prieta y no pasará mucho tiempo antes de que compre la siguiente.

 Pataditas ¡a todas horas!: esto me ha sorprendido muchísimo. Había leído que a esta altura del embarazo los bebés pasan casi todo el día durmiendo, y solo seis horas despiertos. ¡Y yo siento movimientos a todas horas! Después de investigar, resulta que en este momento los bebés se mueven muchísimo incluso cuando están dormidos… De momento, tanto movimiento me resulta desconcertante y me distrae de lo que esté haciendo. ¡Es muy extraño! Sin embargo, aún no noto un patrón fijo de movimientos en esta pequeña acróbata.

 Piel seca: la piel de la barriga sigue tirando, pero la mantengo muy hidratada y de momento no he notado ninguna estría. ¡Esperemos que siga así!

 Ombligo redondo: mi ombligo estaba cerrado, era una línea vertical, y semana a semana ha ido abriéndose, hasta que ahora es ya un círculo perfecto. ¡Me resulta muy extraño!

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Compras premamá

Hacía ya tiempo que os conté que había hecho algunas compritas de ropa premamá para este verano, pero tenía pendiente enseñároslas. Son todas de Kiabi, porque me encanta su colorido, su estilo desenfadado, porque sus precios se ajustan a mi presupuesto y porque además un porcentaje de mis compras se acumula en mi cuenta bebé (para gastar en ropa de niños). Y que conste que Kiabi no me ha pagado nada por decir esto, pero cuando estoy contenta con algo yo lo cuento.

He hecho algunas fotitos (muy modestas, la verdad) a las prendas y aquí os las dejo. ¿Qué os parecen? Yo creo que son todo prendas cómodas pero coquetas, y que con eso me apaño para todo el verano…

La prenda estrella: una falda vaquera que ya me he puesto mil veces. Es comodísima y práctica. 17,49 euros.

La prenda estrella: una falda vaquera que ya me he puesto mil veces. Es comodísima y práctica. 17,49 euros.

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Varias camisetas. Arriba a la izquierda, blanca ajustada al pecho por 7,99 euros (queda genial). Arriba a la derecha, camiseta «bébé à bord», 6,99 euros. En el centro a la izquierda, negra con corazón de pedrería,10,49 euros. Abajo a la izquierda, camiseta «college mum», 7,99 euros. Abajo a la derecha, camiseta «cool mother», 7,99 euros.

Arriba a la izquierda, vestido premamá con motivo de piececitos en la barriga, 9,99 euros. Arriba a la derecha, vestido largo estampado tribal, 14,99 euros. Abajo a la izquierda, pirata de algodón para las clases preparto, 9,99. Abajo a la izquierda, vestido premamá con motivo de manitas en la barriga, 9,99 euros.

Arriba a la izquierda, vestido premamá con motivo de piececitos en la barriga, 9,99 euros. Arriba a la derecha, vestido largo estampado tribal, 14,99 euros. Abajo a la izquierda, pirata de algodón para las clases preparto, 9,99. Abajo a la izquierda, vestido premamá con motivo de manitas en la barriga, 9,99 euros.

Por último, sandalias casi planas para futuras mamás que solo tenían tacones altos. Las doradas, 13,99 euros; las rojas, 16,99 euros. Comodísimas.

Por último, sandalias casi planas para futuras mamás que solo tenían tacones altos. Las doradas, 13,99 euros; las rojas, 16,99 euros. Comodísimas.

 

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La ecografía que nos hizo respirar tranquilos

Como todos sabéis, hace una semana tuvimos la ecografía de las 20 semanas, con la mala suerte de que nos tocara la profesional menos humana y empática del mundo. Mi marido, después de leer la entrada donde narraba esta experiencia, me ha recordado alguna fresca más que nos soltó y que yo no recordé al escribirla. Nos soltó una noticia que no sabíamos interpretar y que se negó a explicarnos: el bebé tenía unos quistes en el cerebro. La única aclaración que conseguimos de su parte era ya para expedientarla solo por eso: «es signo de inmadurez; si estuviera maduro ya lo habría «echao»». En fin, que nos dejó hechos polvo, y si no fuera gracias a que vivimos en la era de la información habríamos pasado la peor semana de nuestras vidas. Aún así, ha sido una semana bastante difícil.

Ayer, sin embargo, tuvimos una ecografía privada. Nosotros en principio no éramos partidarios de hacer demasiadas ecografías, solo las que fueran recomendables por motivos médicos. Pero decidimos hacer esta para quedarnos tranquilos ante un posible problema genético que hay en la familia. Menos mal, porque eso nos ha dado la oportunidad de consultar sobre esta reciente preocupación.

El doctor es un señor muy serio y extremadamente profesional. Nada de alborozos tipo «¡Ahí tenéis su carita!»; tampoco nosotros íbamos buscando eso. Estuvo completamente concentrado durante la hora y cinco minutos que duró nuestra consulta, nos proporcionó toda la información según la iba obteniendo y nos explicaba por qué la estaba observando… Fue justo lo que nosotros necesitábamos.

Lo primero, el doctor estuvo observando mis análisis y mi cartilla del embarazo. Me hizo algunos comentarios sobre el síndrome que tiene un familiar mío, que me dejaron claro que había hecho los deberes y conocía todos los rasgos y marcadores. Luego pasamos a la sala donde realizamos la ecografía.

Fue una ecografía bastante larga, duró en total 48 minutos. Sin embargo, agradecí al doctor dos cosas: la primera, que cada vez que necesitaba realizar una medición a través de la imagen retiraba el ecógrafo de mi vientre. Así, el tiempo de exposición del bebé a la ecografía fue menor. La segunda, que todo se veía a través de una pantalla estupenda que los tres compartíamos sin ninguna incomodidad, de modo que desaparece esa ansiedad habitual de la embarazada cuando ve la cara de concentración del médico pero no está viendo nada.

Además de larga, la ecografía fue detalladísima. Primero dio un rápido vistazo a la morfología general del feto (vamos, lo que haríamos todos, mirar el aspecto general, que tuviera dos brazos y dos piernas…). Y luego empezó a mirarlo todo en profundidad. Y cuando digo todo me refiero a TODO. Observó cada capa del cerebro, la formación y calcificación del cráneo, el tamaño y separación de los ojos, las medidas de la lengua y la mandíbula, el esófago, los órganos internos, los huesos… Nos iba explicando todo: qué estábamos viendo en ese momento, su medida y si era un valor normal. También nos indicaba si era un marcador de algún síndrome (no sabía, por ejemplo, que el síndrome de Down tuviera tantísimos marcadores), pero por suerte siempre terminaba con la misma coletilla: «este valor es normal».

Ahora sabemos que el riego sanguíneo es perfectamente simétrico en ambos lados del cerebro, que no tiene anemia, que la calcificación de sus huesos es la normal para este momento del embarazo, que la sangre circula perfectamente por los cuatro ventrículos de medidas normales, que el estómago funciona (esta vez estaba lleno), y también la vejiga y la vesícula, que tiene sus veinte deditos perfectamente formados… También sabemos que el riego sanguíneo en el cordón umbilical es perfecto, que hay bastante líquido amniótico, que la forma y tamaño de la placenta es ideal y que su disposición es anterior, aún algo baja, pero sin nada por lo que preocuparnos, pues normalmente sigue subiendo a lo largo del embarazo y sea como sea el bebé ya tiene sitio suficiente para salir sin interferencia de la placenta… Y otras muchas cosas que me resulta imposible enumerar porque fue extremadamente detallado.

También hubo momentos entrañables (pese a que el doctor era, repito, un señor muy serio): cuando le vimos la carita abrió la boca y empezó a tragar líquido amniótico; también fue para mí emocionante sentir sus movimientos en mi vientre y confirmarlo por la ecografía al observar sus bracitos y piernas moverse. Pero quizás lo más entrañable fue cuando le mirábamos el esqueleto y el doctor, siempre tan serio y midiéndolo todo con la ayuda de la máquina, esta vez se acercó a la pantalla para contar con el dedo que efectivamente el bebé tenía doce costillas a cada lado.

Respecto a los quistes que nos preocupaban, nos llevamos una sorpresa: la obstetra de la semana pasada estaba inspirada, porque marcó en el informe que los quistes se ubicaban en el lado izquierdo del cerebro y ahí no había nada. Luego descubrimos que en realidad los quistes estaban en el lado derecho (vamos, que la mujer no sabía ni distinguir entre derecha e izquierda), pero eran solo dos y de tamaño tan pequeño que el doctor se mostró algo sorprendido de que estuviésemos preocupados.

Lo que más se hizo esperar fue el tema del sexo. Tenemos un bebé tímido y fue muy difícil encontrar la posición para mirarle (y medirle, que el doctor no hacía más que tomar medidas) los genitales… Pero al final los vimos. Nuestro bebé es una niña preciosa. Estamos encantados con nuestra pequeña, que por fin tiene nombre. Somos muy felices.

Por cierto, según las medidas del doctor es muy grande para estar de 21 semanas, y no descarta que en realidad esté de 22 (a mí me extraña, pues confirmé la ovulación por varios métodos, así que me temo que la chiquituja viene grande). Mide 29 centímetros y pesa 500 gramos. La semana pasada nos dijeron 21 centímetros y 360 gramos, y no creo que haya crecido tanto en solo seis días. Y qué queréis que os diga, me fío más de este médico.

En conclusión, no podéis imaginar la diferencia de sensaciones entre una ecografía y otra. De esta hemos salido con una enorme tranquilidad y con toda la información (además, el doctor elabora un detalladísimo informe que nos entregará hoy). No hago más que confirmar lo que ya os comentaba la semana pasada: para una embarazada, recibir toda la información que necesita se traduce en tranquilidad, y eso es lo más importante.

Epílogo: justo al terminar de escribir esta entrada, recibo una llamada del hospital ofreciéndome la cita para ecografía y consulta con el especialista. No he sabido reaccionar en el momento, pero nos estamos planteando llamar para cancelarla (no sé si podemos). Ya tenemos información de sobra y nosotros no queremos un exceso de ecografías. Lo que nos preocupa es que no sabemos si después de esto mi embarazo ha sido calificado como de riesgo medio o alto… cuando hemos comprobado que la ecografía estaba bastante mal hecha.

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Siento haber tardado en aparecer. Ha sido un día precioso pero las obligaciones me han mantenido fuera hasta hace un rato. No quería dejar pasar más tiempo antes de deciros que todo está perfecto, nos hemos quedado la mar de tranquilos. Nada podría hacerme más feliz… Empiezo ahora a relatároslo con detalle. Mañana sin falta podréis leerlo, pero mientras tanto quería dejaros tranquilos. Todo va bien, y nada más importa.